miércoles, 12 de enero de 2011

¿Es el Tea Party a la matanza de Tucson lo que Batasuna es a ETA?


Antonio Casado - 11/01/2011
El Tea Party de cercanías, la derecha sin complejos que lleva en el devocionario la estampa de Esperanza Aguirre y no la de Mariano Rajoy, se cabrea porque se relacione la masacre de Tucson (Arizona) con la crispación generada por el Tea Party norteamericano, que es la ultraderecha de ese Partido Republicano que odia a Obama tanto como la ultraderecha española odia a Zapatero. Establecer esa relación es inevitable. Responde a la lógica de los hechos y nos remite al viejo refrán castellano de que entre el dicho y el hecho hay muy poco trecho.

Me explico. La lógica nos lleva a vincular lo ocurrido en el aparcamiento de un supermercado de Tucson, el hecho, con las consignas políticas aireadas por el Tea Party, el dicho. La misma lógica nos lleva en España a relacionar los atentados terroristas de ETA con las consignas políticas aireadas por Batasuna. Lo cual no supone acusar de terrorista al Tea Party ni denunciar que detrás de Jared Lee Loughner -el autor de los disparos- hay una conspiración para matar de la ultraderecha norteamericana que se agrupa en torno a Sarah Palin. Pero sí supone fijar una relación causa-efecto entre el discurso agresivo de sus seguidores y la conducta de ese muchacho de 22 años que ha acabado con la vida de seis personas y ha dejado malherida a la congresista demócrata, Gabrielle Giffords.

Supone fijar una relación causa-efecto entre el discurso agresivo de sus seguidores y la conducta de ese muchacho de 22 años que ha acabado con la vida de seis personas y ha dejado malherida a la congresista demócrata
Al menos en términos políticos. Cuando en España hablamos de la relación entre ETA y Batasuna, también hablamos en términos judiciales. La jurisprudencia está muy clara. Tanto la española como la europea. Y por eso Batasuna es una organización ilegal, por estar judicialmente demostrada su vinculación con una banda terrorista. Con tregua “general, permanente y verificable” y sin ella. Solo en ese sentido no es comparable con el Tea Party norteamericano, que es legal y, en principio, defiende sus ideas sin transgredir los códigos penales, mientras no se demuestre lo contrario.

Otra cosa son las malas prácticas en el ejercicio de la legítima confrontación política. O los excesos en el uso de la libertad de expresión. De eso hablamos al comentar los climas de crispación. O cosas peores que, por desgracia, no siempre se quedan en una metáfora expresiva. Las malditas mirillas de ETA en los muros de las ciudades vascas, con un juez, un periodista o un dirigente político en el centro de la diana, han sido premonitorias de un hecho criminal en muchas ocasiones. Utilizar esa metáfora, como hace Sarah Palin en su blog “SarahPac”, contra los congresistas que apoyaron la reforma sanitaria de Barack Obama, Gabrielle Giffords entre ellos, en un país de tan fácil acceso a las armas de fuego, es algo más que un recurso expresivo.

Es lógico relacionar el terrorismo de ETA con el discurso de Batasuna. En eso coincido con la derecha sin complejos de este país. Al menos en términos políticos, que no judiciales, como acabo de explicar. Lo que no se entiende es que quienes protestan contra el uso de la masacre de Tucson para descalificar al Tea Party sean los mismos que ponen el grito en el cielo cuando los seguidores de Batasuna se desvinculan de los atentados de ETA o pretenden sumar puntos por el comunicado difundido ayer por la banda terrorista (más de lo mismo, por cierto, al anunciar que el silencio definitivo de las armas sólo se producirá cuando se reconozcan en el País Vasco los derechos de autodeterminación y territorialidad).

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