viernes, 31 de diciembre de 2010

Maldito año. Por fin lás palmao.


Por fin, este año ha acabado. Nos ha traído tantas y tan malas noticias, que no puedo imaginarme que el que viene sea peor. 
Aunque nos rescaten, que será lo más probable, por lo menos ahora, ya no nos pillará desprevenidos.
Ya que, visto lo visto,  nos esperamos cualquier cosa del mercado y del gobierno.
Tal vez, de todas las desgracias acontecidas el año que ha muerto, la peor haya sido la traición de Zapatero a sus ideas y a sus electores.
Un hombre de estado y de izquierdas, le hubiera echado un órdago a los mercados y a la hermafrodita Merkel. 
¡ Hundid, España, si quereis, que si lo hacéis, vosotros váis detrás!

Pero no, el pelele de Zapatero se cagó en los pantalones el día que le llamó Obama exigiéndole recortes sociales, si no quería atenerse a las consecuencias. 

Y ya ves, de que le ha valido, hundido está el y hundidos nos ha dejado a los demás, que parecemos viejos aristócratas venidos a menos. 
Guardando aún las formas de un pasado que tal vez, nunca más vuelva.
Y todo, para poder decir al final de la legislatura ( Si es que ocurre, cosa que dudo) 
eso de que España va bien aunque a los españolitos les vaya de puta pena.

El estado de bienestar que se nos ofertó como tierra prometida en su día es el gran damnificado de ésta crisis. 
Derechos adquiridos a través de un siglo de lucha se van desvaneciendo entre un sinfín de pretextos que nadie cree.
Dicen que no habrá dinero para las pensiones y nos la recortan con 30 años de adelanto. 
Luego dirán que hay superávit, a costa será, de que pasen calamidades nuestros pensionistas.

Este maldito año que ha muerto, nos ha mostrado con toda su crudeza, la desfachatez e inmoralidad de la clase política 
que incapaz de recortarse ninguno de sus privilegios exige a la ciudadanía sacrificios de toda índole 
y ello, sin asumir ninguna de sus responsabilidades en tantas y tantas cosas 
que resulta ya aburridor y cansino comentarlas por el caso omiso que de nuestras quejas hacen.

Esta impotencia, esta amargura, ante la gran injusticia que padecemos por culpa de unos especuladores sin escrúpulos 
que encima, después de la que han liado se van a ir de rositas, es otra de las marcas que nos deja este año. 
Porque esta sensación, va a marcar y mucho, a toda la ciudadanía, que ya mira con rabia contenida y desconfianza
cualquier declaración que realizan nuestros políticos sean del signo que sean.

Como véis el panorama que nos deja el año es desolador.
Obama ha pasado de ser una esperanza de cambio a un Bush pintado de negro.
La justicia riza el rizo y defenestra al paladín de las libertades y la lía con el estatut. 
Si sumanos a esto, un rosario de decisiones judiciales más que dudosas y la lentitud con que se ejerce la administración de justicia.
sobre todo en determinados casos en el que se ven implicados ciertos pesos pesados de la política y las finanzas ( Caso Fabra)
podemos decir sin temor a equivocarnos que la justicia en nuestro país se pasa la ley por el forro de los ....

La cavernícola y retrógrada posición del PP, crispando un día sí y otro también, con el lema sagrado grabado bajo el brazo de "al enemigo ni agua",
cuando el pueblo entero estaba pidiendo a gritos un pacto para salir de esta situación. 
Mientras su líder, Rajoy, sentía y siente en su pescuezo, el aliento escudriñor de su otrora jefe. 
Ve, con flema inglesa y esperando agazapado, su hora como es vigilado, 
por el fantasma vengativo y acusador del salvapatrias Aznarín de Babia.
El cual se ha pasado el año como la bienpagá, dando discursos de tres al cuarto por esos mundos de Dios poniendo al país y a su gobierno por los suelos.

La banca sin dinero que inyectar a la economía y a las puertas de recibir nuevas ayudas para no dejarlas quebrar. 
Como si en estos dos años, con las ayudas anteriores, hubiera servido para algo el hacerlo.
Esta conversión de la deuda privada de los bancos en pública que vamos a tener que pagar todos los ciudadanos, 
va a ser un lastre que va a durar varias generaciones. 
Si fuera tan solo una deuda monetaria la carga que suponga todo esto, aún siendo malo se podría aguantar. 

Pero si lo rematas con la reforma laboral, el abaratamiento de las pensiones y su alargamiento en el tiempo, 
más todos los recortes sociales en ayudas y subvenciones
sería, si no fuera porque está tan aburguesada y dormida la ciudadanía, 
para liar una revolución como Dios manda y exigir de la forma que fuere, 
responsabilidades tanto a políticos como a financieros por el lio en el que nos han metido. 

A unos por hacerlo y a los otros por dejarlo hacer y mirar para otro lado, cuando en sus manos estuvo controlar las operaciones bancarias de dudosa fiabilidad 
y dejar, al  estallar la crisis, sin encausar a los responsables de la misma y no haber puesto el remedio correspondiente 
que era haber nacionalizado la banca o caja en dificultades y haber encauzado las ayudas recibidas dando créditos a la ciudadanía en dificultades.

Y para colmo, todavía no se ha tomado y seguramente no se tomará, ninguna medida para que esto no vuelva a suceder. 
Por lo que tienen doble responsabilidad en el manejo y solución de la crisis.
Dicen que España no es Irlanda, pero sus bancos si que lo son. Y si cae Portugal es inevitable la caída de España.

La única esperanza que existe ahora en el mundo para que las libertades y otro tipo de economía menos agresiva triunfe, la representan el gupo Alba.
Sólo ellos tienen hoy en día una cierta legitimidad al gobernar más pensando en sus pueblos que en la banca o en las multinacionales 
y nuestro deber sería ayudar, legitimando sus logros y sus posiciones, en vez de alinearnos con unos "ALIADOS" que nos venden por un plato de lentejas.

La información libre e independiente es otra de las cosas que parece va a ir desapareciendo con los años. 
La entrada de capital sionista en el País, la ley Sinde y la que nos esperan de allende los mares por la sacudida de los cablegates de wikileaks,
va a suponer una merma muy grande en la libertad informativa. La censura camuflada ,más la vigilancia obsesiva del Gran Hermano, harán el resto.

Resumiendo, este año que se nos va nadie lo va a echar de menos. 
Ni los logros deportivos conseguidos por España, van a poder borrar de nuestra memoria la desolación e impotencia que reina en nuestras almas.

Por armak de odelot - Publicado en: POLITICA - Comunidad: POLITICA Y PSICOLOGIA 
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ATTAC 1 ENERO 2010


El ascenso de Wall Street como la clase dominante a través del socialismo para los ricos

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¿Quién gobierna América? Los sociólogos y los científicos políticos han discutido esta pregunta desde que C. Wright Mills publicó su libro La Elite del Poder, en 1956. Escrito en los años 50, Mills argumentó que los Estados Unidos era gobernado por un triángulo de poder entre el gobierno federal, las grandes corporaciones, y el complejo industrial militar (con mucha gente moviéndose entre estos sectores). Robert McNamara fue de ser el CEO de la Ford Motor Company a la …

Cuando los zombis ganan

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¿Cómo ha ocurrido esto? ¿Cómo es que, después de que los bancos descontrolados llevaran la economía al borde del desastre, hemos terminado con Ron Paul, que dice que “no cree que necesitemos reguladores”, a punto …

El eje franco-alemán

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El hundimiento de Chimérica

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En los últimos 20 años la economía mundial ha estado dominada por una relación simbiótica entre China y Estados Unidos. Este consorcio se basó en vínculos comerciales y financieros sui generis, detrás de los cuales se esconden profundos cambios estructurales en ambas economías. La asociación ha sido bautizada como Chimérica, combinación no muy feliz de China y América (por aquello de que los estadounidenses insisten en llamarse como el continente).
El complejo Chimérica podría parecerse a un matrimonio …

2011, ¿una intifada europea contra la dominación neoliberal?

Jónatham F. Moriche – Kaos en la Red
En 2008, el mercado hipotecario norteamericano implosionó bajo el lastre de gigantescas deudas impagables, desencadenando una fulminante quiebra del sistema financiero internacional. En 2009, la o nda expansiva de la crisis rebasó los límites del sistema financiero para contagiarse al conjunto del sistema económico, provocando ingentes destrozos en términos de consumo, productividad y empleo de una punta a la otra del planeta. Y 2010 ha sido el año de la crisis política. …

Hay que cambiar Europa

Juan Torres López – Consejo Científico de ATTAC España
Las políticas neoliberales de los últimos años han producido un incremento de la desigualdad que está en la base de los procesos que han dado lugar a la crisis. Las políticas deflacionistas del Banco Central Europeo y las de austeridad han impedido que se generen suficientes resortes endógenos para propiciar actividad productiva sostenible y en lugar de ello ha propiciado y permitido la formación de una enorme burbuja y de un endeudamiento muy rentable para la …

La señora Merkel no quiere financiar a países de vagos

Michael R. Krätke – Sin Permiso
Del brazo de Nicolas Sarkozy, Angela Merkel ha bloqueado el plan de un europréstamo. El aplauso de los economistas de sobremesa alemanes satisfará sin duda los miedos y los prejuicios de su público. Por desgracia, sapenas se mencionará el hecho de que la República Federal no sólo es el mayor contribuyente neto, sino también la economía más fuerte de la comunidad económica y la que más se ha aprovechado del euro.
El plan avanzado por el premier Jean-Claude Juncker …

¿Dónde está Europa?

Ana Noguera – Sistema Digital
Para los que hemos sido europeístas convencidos y utópicos, que buscábamos la construcción de una comunidad universal con derechos básicos de ciudadanía, que caminábamos hacia Europa buscando la utopía de un proyecto común, cohesionado, solidario y, sobre todo, modélico como punta de iceberg para la evolución de un mundo mejor, acabamos de perder la brújula de nuestro camino.
Hace mucho tiempo que venimos advirtiendo que la construcción europea no era sólo económica, que por el camino nos habíamos dejado el alma …

¿Adónde va Europa?

Sami Naïr – El País
Después de Grecia, Irlanda. Después, probablemente Portugal. A continuación, no lo sabemos. Lo que es seguro es que varios países están amenazados por los mercados. España ya está en el punto de mira. Pero con el debido respeto por los demás, España no es lo mismo. Es la cuarta economía de Europa (12% del PIB europeo), y es un peso pesado de la política europea. La deuda española es efectivamente tres veces superior a la griega, su déficit gira desde …

Crisis del euro, crisis de contagio

Julio Rodríguez López – Consejo Científico de ATTAC España
En la última semana de noviembre tuvo lugar una nueva crisis del euro, que sucedió a la de mayo de este mismo año. Además de retroceder la cotización del euro, se acentuó la especulación contra la deuda de los países que aparecen como más vulnerables para los mercados. En dicho grupo de países han vuelto a destacar Grecia, Irlanda, Portugal, España e Italia, a los que puede unirse Bélgica.
Dichos ataques especulativos llevaron el diferencial de …
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PROLETARIOS DE MUNDO: ¡UNÍOS!

PROLETARIOS DE MUNDO: ¡UNÍOS!

Escrito por: Antonio Rodríguez Rubio el 31 Dic 2010 - URL Permanente


2.010, annus horribilis.
2011, annus tremendus.
Horribilis et tremendus; son todos los años para los desheredados.
Ab aeternum. Miserere mei.
El hombre y desde que aparece como tal, ha necesitado creer en algo. Al principio y no encontrando respuestas a sus dudas inventaron los dioses. En nuestra filosofía y en la Grecia clásica, se pasó con el conocimiento del mito al logos: inteligencia, pensamiento, razonamiento, estudio o sentido. La metafísica.
Cuando Carlos Marx aseveró aquello de: “La religión es el opio del pueblo”, no andaba exento de razón ya que las religiones habían venido sometiendo a los pueblos de la mano de los otros poderes. En el “Antiguo régimen”, se daban los tres estados o estamentos: La monarquía, la nobleza y el alto clero; contra ellos se dirigió la Revolución Francesa. Pero despojarlos del poder es harto difícil, como el Ave Fénix se rehacen de sus cenizas, quizá con otra apariencia. Por ello la aseveración de Marx sigue teniendo vigencia. Sólo que, los dioses están cambiando.
Ese cuento que la Biblia, a lo largo de los siglos fue acomodando los hechos a su concepción teológica. Los judíos que se libraron de la esclavitud de Egipto, cayeron en la nueva esclavitud de adorar al becerro de oro.
Después de todas las luchas obreras con lo que conllevaron en los siglos XIX y XX, creyendo las patrañas que se iban sembrando por los poderosos de que se vivía en un “estado de bienestar”, se olvidaron las penalidades de nuestros ancestros para llegar a ese estado y se empezó a adorar al becerro de oro. El becerro de oro se llama consumismo y la forma de conseguirlo es la competitividad.
Hemos entregado nuestra libertad al becerro de oro. Habrá que romper las tablas de la alianza. Debe surgir el mundo nuevo sobre el “nuevo orden mundial”.
Lo que ocurre es que no tenemos caudillo. Estamos huérfanos de grandes líderes que nos conduzcan a la victoria final. Hay “caudillos” locales y no universales.
Por ello, debemos rescatar a los filósofos que dieron lugar primero a la Revolución Francesa y después a la lucha obrera. Los segundos herederos de los primeros.
Cuando citamos a estos filósofos, nos suelen llamar retrógrados. Dicen que esas ideas están anticuadas. Pero lo dicen aquellos que quieren a toda costa mantener el “nuevo orden mundial” y una sarta de imbéciles que los siguen como fieles perros.
Ese gran escritor que fue Miguel Delibes Setién, en su libro “Los santos inocentes”, nos retrató con fidelidad de notario una época obscura de nuestra historia no tan lejana. Esa es la España que quieren los herederos del franquismo disfrazados de demócratas. Pero lo peor no son esas pretensiones que son las que han tenido siempre, lo peor es que los desheredados no se levanten contra ellos. El opio los tiene adormecidos, drogados y fáciles de manejar. La perversión de este sistema, es la mayor que se haya conocido desde el principio de los siglos. Los dueños de esclavos, por lo menos los tenían que alimentar; ahora, ni eso. Es el perro que anda suelto pero arrastra la soga al cuello.
Se invocan sacrosantas leyes si de beneficio sirven a los amos del mundo. Las leyes de hoy día, las dicta el gran capital. Nuestros parlamentos son títeres en manos de los poderosos.
Espero de este año que empieza conciencia de los pisoteados para que acepten que lo son y se revelen. Que vuelvan a creer que su única fuerza es la unidad sin fisuras contra el opresor. Creer que juntos podemos.

jueves, 30 de diciembre de 2010

¿Quién hará la revolución? La base social de la izquierda y las clases sociales


ECONOMÍA Y POLÍTICA

¿Quién hará la revolución? La base social de la izquierda y las clases sociales

Toda transformación de la sociedad debe estar respaldada por una base social suficientemente sólida y amplia que apoye y promueva los cambios que se realizan. Y da la sensación de que es en la búsqueda y mantenimiento de esta base social en lo que la izquierda más se ha equivocado en los últimos años, algo que se deduce fácilmente al ver la profunda desorientación en general de la izquierda alternativa actual. La izquierda como ideología llamaba a la revolución pero se mostraba dubitativa al precisar quién tenía que hacerla. ¿Los trabajadores de las industrias? ¿los agricultores? ¿los estudiantes, como en el mayo del 68? ¿los movimientos de movimientos? ¿la multitud? ¿los ecologistas? ¿las feministas? ¿los controladores?
Lamentablemente me temo que todavía seguimos en las mismas. Pero el hecho es incontestable: necesitamos encontrar nuestra base social, es decir, el sujeto histórico que transforme el actual sistema económico y construya una sociedad diferente. Suele haber acuerdo en que esa base social, por lo pronto, debe tener unas condiciones objetivas compartidas, una amplia cohesión y un grado de intervención suficiente (Tablas, 2007).
Ahora bien, la sociedad se ha estructurado de formas muy distintas a lo largo de la historia. En términos clásicos se suele decir que la estructura de clases se modifica en relación al cambio en las relaciones de producción o, lo que viene a ser lo mismo, que la tecnología y los cambios políticos modifican la forma en que se relacionan  las personas como colectivos. Bajo el feudalismo la sociedad se organizaba de forma distinta a como lo hacía el capitalismo del siglo XIX o a como lo hace el capitalismo actual. La estructura social de la Rusia zarista no es en absoluto la misma que la estructura social de la Rusia actual o de la Francia de las guillotinas.
Por eso tenemos la obligación de comprender cómo funciona, se estructura y se reproduce el capitalismo actual. Sería impensable esperar que los mineros hicieran hoy la revolución en España, si bien esa hipótesis no era tan improbable en la España de los años treinta. El debate sobre quién debe hacer la revolución sigue abierto.
Una perspectiva de clase y economicista
Yo tengo una perspectiva de clase y, en concreto, pienso en los colectivos en relación a su posición en el sistema económico. Lo hago así porque entiendo que nuestra supervivencia y condición de vida como seres humanos depende, en última instancia, de los ingresos que se reciben en el marco del sistema económico capitalista. Todos ocupamos un lugar en este sistema, y éste tiene su núcleo en el proceso de acumulación (que determina la capacidad del sistema para reproducirse en el tiempo). Por eso en un alto nivel de abstracción se habla del conflicto capital-trabajo, y por ende la sociedad se divide teóricamente en capitalistas y trabajadores.
Sabido es que esto es pura abstracción y que en la realidad material, cuando descendemos a lo concreto, encontramos que este esquema se difumina. No existe la clase capitalista o la clase trabajadora como tal, homogénea y organizada. Los trabajadores, como los capitalistas, se encuentran divididos en intereses y funciones. Mientras los trabajadores de las fábricas de principios del siglo pasado solían mantener un sentimiento de comunidad e identidad compartido, hoy los rasgos comunes entre los trabajadores (de hostelería y de banca, por ejemplo) son mucho menores. Los trabajadores, o la clase trabajadora como un abstracto, se encuentran mucho más fragmentados.
Pero lo mismo le ocurre a los capitalistas. Los intereses de los capitalistas productivos y los capitalistas financieros son muy diferentes, especialmente en las últimas décadas. Recordemos que el capitalista financiero (definido como aquel que presta dinero al capitalista productivo para que éste pueda invertir en actividades de la llamada economía real) viene a compartir parte de la ganancia del capitalista productivo. Es una punción sobre su ganancia; hay una relación contradictoria entre ambos tipos de capitalistas. Por ejemplo, mientras al capitalista financiero le interesa necesariamente un mercado global, liberalizado completamente, al capitalista productivo puede no venirle nada bien esa medida (por la presión a la que se ve sometido por la competencia mundial). De la misma forma, los grandes capitalistas se distinguen perfectamente de los pequeños y medianos capitalistas, algo que puede comprobarse en su forma de organizarse (en España existe la patronal de las grandes empresas -CEOE- y la patronal de las pequeñas y medianas empresas -CEPYME-) y en las demandas que realizan.
En definitiva, nos encontramos con una sociedad en la que las clases sociales luchan entre sí (ver un ejemplo de categorización actual de las clases sociales), para lo cual se organizan en torno a intereses comunes, tratando de influir en las decisiones políticas que configurarán el espacio económico en el que operan. En el caso de los capitalistas buscando su supervivencia en tanto que capitalistas y en el caso de los trabajadores intentando mantener y promover mejoras formas de vivir (1).
A muchos puede parecerle esta teoría trasnochada. Desde luego, no es nueva. No obstante es profundamente actual. Lo vemos día a día cuando los empresarios españoles se reúnen con Zapatero, viendo cómo todas las clases capitalistas se organizan y montan think tanks para influir en la sociedad, viendo cómo los grupos de interés presionan en la Unión Europea o comprobando que, por encima de cualquier otro aspecto identitario (etnia, nacionalidad o género) los capitalistas financieros pactan, se refuerzan entre ellos y conforman una verdadera élite social.
No ocurre lo mismo, sin embargo, con el colectivo de los trabajadores. La organización es cada vez menor, y el sentimiento de identidad es muy reducido. A los conflictos intra-clase propios del funcionamiento del capitalismo (es decir, que por la propia lógica del capitalismo siempre habrá trabajadores enfrentados en intereses), y a la fragmentación que ha llevado el desarrollo de las tecnologías, se le une un acoso y derribo estrictamente político. La ideología del individualismo ha triunfado gracias a su promoción en los medios de comunicación y otros canales de propaganda, destruyendo toda sensación acerca de la existencia de rasgos comunes entre los trabajadores. Dividieron y vencieron.
Conciencia de clase
Eso es porque no es lo mismo la situación objetiva que la conciencia de clase, aunque muchos confundan ambos conceptos. Muchos trabajadores, a diferencia de los capitalistas, no son conscientes del lugar en el que ocupan en el sistema económico. Han aceptado la ideología dominante que propugna que la sociedad se organiza hoy de la mejor manera posible, estructurada de forma horizontal (sin conflicto capital-trabajo) y que aquí lo que vale es el sálvase quién pueda.
Que los obreros voten a la derecha a pesar de que, atendiendo a los datos históricos y los propios programas, eso les perjudique se debe a su falta de conciencia de clase. En su conciencia sentirse trabajador ha perdido su sentido combativo y de comunidad, y se reduce al significado político de simple consumidor de productos. La preocupación se ha desplazado desde el ámbito comunitario hacia el ámbito individual. El neoliberalismo no sólo es un proyecto económico sino también civilizatorio.
Mientras la burbuja neoliberal ha durado, y a pesar de que las condiciones objetivas se han deteriorado profundamente (la desigualdad, por ejemplo, ha crecido tanto en su forma funcional como en su forma individual) este esquema se ha fortalecido. El centro comercial se convertía, como decía Baudrillard (1974) en un sentido parecido, en el reflejo de una sociedad en la que todos los individuos se encuentran ante sus iguales y sólo divididos por su diferente capacidad para comprar.
En un sentido económico es relativamente fácil de explicar. Tras la segunda guerra mundial devino la sociedad de consumo porque el capitalismo se encontraba ante un ciclo alcista derivado de la propia actividad económica que conllevaba reconstruir las diferentes economías del mundo. Los avances de productividad (debidos a la tecnología) se repartían entre salarios y beneficios empresariales en el contexto del llamado compromiso keynesiano. La sensación es de que todos ganaban. Un mundo casi perfecto donde sólo había que reparar algunas ineficiencias de los mercados a través de la intervención estatal.
Con la crisis estructural de los años ochenta el capitalismo entra en una nueva fase en la que se rompe ese compromiso y en el que los beneficios logran despegarse de los salarios y salir más que victoriosos. Pero es entonces donde entra el endeudamiento, para salvar la distancia que separaba los deseos de mantener un ritmo de vida consumista y la realidad de unos salarios en retroceso. El consumo espoleó el crecimiento económico gracias a las burbujas de activos, y el endeudamiento mantuvo la ilusión de que vivíamos en un mundo donde, de nuevo, todos eran ganadores.
La crisis, sin embargo, ha revelado que como en toda la historia de la sociedad humana sigue habiendo ganadores y perdedores. Y la percepción de los trabajadores afortunadamente está cambiando.
La crisis revela la realidad subyacente
Como hemos podido analizar, la crisis ha puesto de nuevo a todos en su sitio. Se han revelado los intereses contrapuestos entre las clases sociales y, lo más importante, se ha recuperado la percepción de que el Estado es una herramienta que utilizan las clases sociales para llevar a cabo sus decisiones. Es el espacio de lucha, la arena de combate.
Hasta ahora los trabajadores pensaban que el Estado miraba por todos, porque aquellos sin conciencia de clase entendían a la sociedad como una unidad, pero ahora eso es imposible. La rabia crece y se dirige hacia los sectores que salen beneficiados de la crisis y, muy especialmente, a los capitalistas financieros (la banca). Es imposible ya negar que el Estado juega un papel decisivo para determinar quién gana las luchas entre clases sociales.
Sin embargo, existe el riesgo de que esta rabia no sea adecuadamente canalizada (de acuerdo a propósitos progresistas) y que se culpabilice a los diferentes gobiernos concretos de esa toma de decisiones. Eso es probablemente lo que está pasando actualmente, cuando los trabajadores parecen apoyar masivamente a la oposición de derechas en protesta por políticas de marcado carácter derechista y únicamente porque esa oposición dice ser -pero no demostrar- distinta.
La necesidad de la izquierda por transmitir sus ideas
En un comentario del otro día, Carlos apuntaba que el público objetivo de nuestros artículos y actividades deberían ser aquellas personas “que viven profundos procesos de insatisfación que tienen una relación directa con el propio funcionamiento del sistema capitalista pero no llegan a identificar correctamente el causante de muchas de esas insatisfaciones”. Estoy completamente de acuerdo con él y eso es por cierto, en la medida de mis limitadas capacidades y posibilidades, lo que procuro hacer personalmente.
Se trata de poner sobre la mesa el funcionamiento real del capitalismo actual, revelando los durísimos conflictos de clase que existen y explicando a todo aquel que esté dispuesto a escuchar que el problema no son las políticas concretas sino, más generalmente, el propio sistema económico. Creo necesario dejar de hablar de tópicos y pasar a poner ejemplos concretos que lleven a los trabajadores a tomar conciencia de los rasgos en común que tienen con sus semejantes. Las condiciones de las hipotecas y su propia lógica, los salarios y su evolución, la pérdida de calidad de los servicios públicos, el incremento de la desigualdad, la precariedad laboral, el deterioro del sistema de pensiones, etc. son en realidad fenómenos producto del funcionamiento del capitalismo, conllevan ganadores y perdedores y pueden ser explicados en términos económicos de forma relativamente sencilla.
La izquierda tiene recursos sobrados para cumplir esta función. Tiene expertos, en muchísimos ámbitos, de los que todos podemos aprender. Pero hace falta voluntad para hacerlo. Hoy en día no podemos negar la extraordinaria labor que autores como Vicenç Navarro y Juan Torres, así como la asociación ATTAC en su conjunto, está haciendo en este sentido apuntado. Pero siguen siendo pocos e insuficientemente organizados, por no hablar de la reducida capacidad económica existente.
Es hora de que los sindicatos -muchos de los cuales todavía hoy tienen en sus equipos a economistas liberales- y los partidos políticos de izquierda se mentalicen de que es necesario hacer todo esto de forma conjunta y con una mejor organización. Y, sobre todo, tienen que apuntar mejor a sus bases sociales. Deben dirigirse a un público aún no convencido, porque el objetivo no ha cambiado en tantos años: hay que encontrar esa base que necesita la izquierda para transformar esta sociedad.
NOTAS:
(1): Nótese, por ejemplo, que los sindicatos de clase son aquellos que luchan por los intereses de los trabajadores en general, mientras que los sindicatos sectoriales (por ejemplo, los de los controladores) luchan sólo por sus propios intereses como trabajadores de un determinado sector.
Baudrillard, J. (1974): La sociedad de consumo. Sus mitos, sus estructuras. Plaza & Janes, Barcelona.
Tablas, A. (2007): Economía Política Mundial. II. Pugna e incertidumbre en la economía mundial. Ariel, Barcelona.