domingo, 23 de enero de 2011

El talón de Aquiles de la gran economía china

Inflación y exceso de crédito

El talón de Aquiles de la gran economía china

David Case
Global Post

Domingo 23 de enero de 2011 | Publicado en edición impresa 

PEKIN.- Durante los últimos años, China ha sido el motor del crecimiento mundial y el acreedor más grande del planeta, tanto que hasta el país más poderoso, Estados Unidos, le debe 800.000 millones de dólares.
Su economía emergió de la crisis financiera casi sin un rasguño. Cuando las deudas tóxicas pusieron de rodillas a los bancos de Occidente, Pekín apareció como el acreedor global de último recurso y como la potencia que, con su comercio exterior, sus inversiones en el extranjero y su creciente mercado interno, ayudó al resto del mundo a poner límite a la gran recesión de 2008 y 2009.
Pero ahora los expertos advierten que la economía al rojo vivo de Pekín, esa que el año pasado creció un 10,3%, se está contagiando de sí misma. El país se encuentra inmerso en una espiral de crédito desbocado, un proceso que podría tener graves implicancias, tanto para China como para la economía global. La situación se ha vuelto tan precaria que Fitch Ratings, una consultora y analista de crédito mundial, presentó el mes pasado un informe que revela una larga lista de confusas prácticas bancarias relacionadas con el agresivo mercado de préstamos chino.
El informe de Fitch consigna que esas prácticas -que incluyen no asentar los préstamos en los libros de los bancos- constituyen "la tendencia más desconcertante que esta firma ha constatado en el sector bancario chino en años".
El crédito es la energía vital de una economía, el combustible de los mercados. Pero el exceso de crédito puede hacer descarrilar la economía. Y ése es el problema que enfrenta China.
En 2010, los organismos centrales de control intentaron poner freno al desbocado sector bancario. Acotaron la masa crediticia disponible a 7,5 billones de yuanes (alrededor de 1,1 billones de dólares). Fracasaron. Por el contrario, los préstamos excedieron una estimación de dos billones de dólares, según datos de China Confidential, un servicio de investigaciones del Financial Times. Eso representa más de 1500 dólares por ciudadano chino, una suma sustancial en un país donde el ingreso nominal per cápita es de 4000 dólares anuales.
La explosión del crédito impulsa además la inflación. Es un proceso preocupante para un gobierno cuya legitimidad descansa en mejorar año tras año la vida de los ciudadanos. Fue el alza de los precios el desencadenante del malestar previo a la masacre de Tiananmen, en 1989; ahora y con el arroz con subas de hasta 30%, los funcionarios temen que el descontento se reavive.
Adicción norteamericana
También es posible que el exceso de crédito provoque una crisis financiera, especialmente porque alrededor de la mitad de los préstamos nuevos se efectúan en el mundo subterráneo y turbio de las finanzas informales.
Y dada la adicción de Washington a los gigantescos préstamos del gobierno chino, si Pekín se viera obligado a desviar su poderío financiero para rescatar a sus propios bancos, el impacto sobre la economía de Estados Unidos sería significativo.
El problema del exceso de crédito se deriva del extravagante enfoque de "socialismo de mercado" que tiene China para manejar su economía. Para captar los alcances del problema, es importante entender el modo en que Pekín se aparta de las prácticas habituales de administración del mercado.
En los países capitalistas, el banco central usa las tasas de interés como acelerador o freno del crecimiento. En épocas de recesión, bajan las tasas para abaratar el financiamiento del gasto y la inversión e impulsar el crecimiento. Cuando la inflación sube, se elevan las tasas para desacelerar el crecimiento y controlar el aumento de precios. El sistema no siempre funciona tal como quedó demostrado con el ciclo de burbuja y estallido en Estados Unidos en décadas recientes. Pero hay un amplio consenso que lo considera el método más efectivo para extender el crecimiento en el largo plazo.
El gobierno chino tiene un enfoque diferente. En vez de confiar exclusivamente en las tasas de interés, regula el volumen de crédito que los bancos pueden otorgar. Cuando la economía china trastabilla, como en 2009, los organismos centrales dan la directiva a los bancos del país de aumentar la masa de dinero en préstamos. Cuando aumenta la inflación, los entes reguladores disminuyen la oferta de dinero.
Pero ahora, los consumidores y empresarios chinos están ávidos de más crédito que el permitido por el gobierno. Como resultado, los banqueros, financistas y hasta los usureros barriales han tomado el asunto en sus propias manos.
En la cima del mundo financiero chino, los bancos han maquillado el mercado crediticio con "préstamos fuera de balance". Hacia julio de 2010, esos "créditos invisibles" rozaban los 350.000 millones de dólares, según un informe de Fitch Ratings de diciembre.
A primera vista, ese mecanismo de no asentar los préstamos en los libros parece una hábil ingeniería financiera: los banqueros otorgan créditos y después los venden como productos de inversión planificada, algo así como bonos o certificados de depósito, pero mucho más riesgosos, como veremos más adelante. En esencia, el mecanismo hace posible que las aseguradoras presten dinero sin usar la palabra "préstamo", con lo que los bancos logran burlar el límite al crédito impuesto por el gobierno (así como otras salvaguardias para preservar la solvencia de los bancos).
Esos productos de inversión planificada rinden intereses más altos que las cajas de ahorro, razón por la cual los inversores chinos se los quitan de las manos. "Casi todas las semanas, los inversores minoristas reciben mensajes de texto que promocionan algún nuevo producto de inversión, y las corporaciones chinas se han convertido en la base de inversiones de crecimiento más rápido", consigna el informe de Fitch.
Peligro moral
Irónicamente, los créditos sin asiento en balance del país comunista son una notoria variante financiera de los títulos con garantía hipotecaria de Wall Street. Apodados "activos tóxicos" por los medios de prensa durante la crisis financiera, los títulos con garantía hipotecaria funcionaban con un esquema similar: no se asentaban los hipotecas en la hoja de balance del banco y se los introducía como un producto de inversión.
Pero el negocio es riesgoso. Remover los créditos de los libros de las instituciones financieras genera un riesgo moral: los banqueros obtienen ganancias por emitir préstamos, pero ya no les importa si son cobrables o no, pues los venden. Como resultado, al banquero no le interesa asegurarse de que los acreedores sean dignos de crédito. (La analogía es más o menos así: imaginen que le presto 100 dólares a mi tío, quien promete pagarme 110 dólares el año que viene, y luego yo le vendo esa promesa a usted por 105; en teoría todos ganan, pero si mi tío no puede devolverle a usted su dinero, ¿quién tiene un problema? ¿Usted o yo?)
Charlene Chu, directora en jefe de la oficina de Fitch en Pekín, le dijo a Global Post que "los préstamos a gobiernos locales y los créditos hipotecarios se cuentan entre los que más frecuentemente son borrados de las hojas de balance, y existe una preocupación por la calidad de esos dos activos a futuro".
No sólo los bancos están involucrados en una alquimia financiera altamente peligrosa. Insatisfechos con las míseras opciones de inversión permitidas por el gobierno chino, los ciudadanos de clases media y alta se abalanzan sobre opciones de crédito más innovadoras. y más riesgosas.
Esas inversiones son todavía más difíciles de rastrear, pero según el servicio de informaciones China Confidential, hasta 150.000 millones de dólares "están en manos de una industria financiera de fondos privados y desregulados, cuya capital es Shanghai y que está compuesto por administradores de fondos estrella que invierten el dinero en nombre de individuos acaudalados".
Opciones limitadas
Para colmo, la investigación de China Confidential reveló que los prestamistas clandestinos -en otras palabras, los usureros- dieron crédito por más de 600.000 millones de dólares durante 2010. Esos prestamistas toman dinero prestado a la gente común y a su vez lo prestan a una tasa que puede ir del 12 hasta el 120%. La clase media china participa gustosa, dado que la alternativa -las cajas de ahorro- pagan un interés más bajo que la tasa de inflación (lo que significa que los depositantes le pagan al banco para que les guarde el dinero).
Las opciones que tiene el gobierno son limitadas. En julio, los entes reguladores intentaron terminar con el tema de las hojas de balance, y conminaron a los bancos a incluir todas sus operaciones crediticias importantes para fines de 2011. Pero los meses pasan y esas prácticas parecen prevalecer cada día más.
Mientras tanto, los organismos de control han dado señales de que para el 2011 permitirán préstamos por 1 billón de dólares, debido a la masa de crédito emitida durante 2010.
Atenerse a esa cuota, sin embargo, será complicado, si no imposible. Una multitud de inversiones inmobiliarias y proyectos de infraestructura a lo largo de todo el país demandará créditos adicionales. Un esquema demasiado estricto podría resultar en un paisaje cubierto de rutas, edificios y puentes sin terminar.
"Una economía que ha recibido más de 11 billones de yuanes [1,65 billones de dólares] en crédito fresco durante dos años consecutivos no puede arreglárselas con billones menos de la noche a la mañana. sin dañar seriamente el crecimiento -afirmó Chu-. Sabemos que el faltante se seguirá completando de maneras ocultas."
Traducción de Jaime Arrambide
CLAVES
  • Fuerte crecimiento El PBI chino registró un alza del 10,3% el año pasado; pasó así a convertirse en la segunda economía del mundo y desplazó de ese lugar a la de Japón.
  • Préstamos Los préstamos internos extendidos por Pekín exceden los US$ 2 billones, equivalente a US$ 1500 per cápita.
  • Deuda El país está inmerso en una espiral de crédito desbocado, que puede tener graves efectos sobre la economía global.
  • Inversiones Con US$ 48.000 millones invertidos en el extranjero, China ocupa el quinto lugar en el ranking de inversionistas.

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